domingo, 21 de junio de 2009

Después de un fin de semana intenso y que me ha aclarado muchas cosas sobre mi misma, llega el domingo por la noche y siento un ligero vacío. Digo ligero porque valoro las cosas buenas de mi vida y las a personas importantes que forman parte de ella.

La decepción. Increíble sensación de desconcierto y pesar que hacen que consideres por debajo de tus expectativas a una persona importante. Sentimiento de desprecio, en ciertos casos más graves, pero tanto una como otra, son ideas que hacen que ahora no confíes en alguien en quien confiabas. Este fin de semana, he recordado mi máxima decepción en la vida y me he acordado de que, un dia, esa persona fue especial. No lamento el hecho en sí, de hecho es un alivio darme cuenta tan pronto de que nunca conoces a alguien a fondo, de que siempre quedan rincones a los que nunca accederas.

Pero doy gracias ahora de saber que lo importante no es conocer cada rincón de otra persona, sino, conocer tus propios rincones, hacerte dueña de tu destino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario